Glorioso San Isidro,
tu vida fue un
ejemplo de humildad y sencillez, de trabajo y oración;
enséñanos a compartir
el pan de cada día con nuestros hermanos
los hombres,
y haz que el trabajo
de nuestras manos humanice nuestro
mundo y sea,
al mismo tiempo,
plegaria de alabanza al nombre de Dios.
Como tú, queremos
acudir confiadamente a la bondad de Dios
y ver su mano
providente en nuestras vidas.
Te lo pedimos por
Jesucristo nuestro Señor.
Amén.
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